Por Lucresha Renteria, directora ejecutiva de MCC
Esta es la sexta columna de una serie de historia en honor al 30° aniversario de la clínica Mendocino Coast Clinics. Esta columna incluye reflexiones del Dr. Peter Barg, quien fue director médico de MCC de 1995 a 1999, y Frannie Leopold, PA-C, quien trabajó para la clínica durante aproximadamente 8 años a partir de 1994.
Cuando Mendocino Coast Clinics (MCC) se lanzó como una clínica privada sin fines de lucro en 1994, queríamos que los miembros de la comunidad pudieran obtener la atención médica que necesitaban aquí mismo, en casa. La atención médica en la costa es muy diferente hoy en día a lo que era antes del lanzamiento de MCC en 1994. Antes de eso, las personas que elegían vivir aquí les gustaba vivir fuera de las grandes ciudades. Pero tenía un costo: ser rural y remoto significaba que teníamos opciones de atención médica limitadas. Las personas con y sin recursos económicos tenían que viajar por lo regular a Ukiah o más allá para recibir servicios basicos de atención de salud. Si queríamos satisfacer las necesidades de atención médica de nuestra comunidad, MCC tenía una gran carga de trabajo por delante, pero estábamos preparados para el desafío.
Dos de nuestros primeros proveedores fueron el Dr. Peter Barg, médico general, y la asistente médica certificada (PA-C) Frannie Leopold. Ellos son un matrimonio y todavía viven en el condado de Mendocino. Aportaron perspectivas únicas como residentes locales que habían viajado mucho y habían visto los tipos de atención médica que existían (o no) en otros lugares.
“Los años 90 fueron la época del VIH. La hepatitis C estaba en auge, la hepatitis B estaba en auge y terminamos recibiendo muchos de esos pacientes”, recuerda el Dr. Barg. Compartió que nuestra clínica tenía un personal pequeño con solo cuatro proveedores médicos. Cuando necesitábamos apoyo, traíamos especialistas y consultores que disfrutaban de visitar la costa. Contábamos con expertos en enfermedades infecciosas de San Francisco, un ortopedista y un otorrinolaringólogo jubilado que venían todas las semanas. No contratábamos a ningún especialista a tiempo completo, pero sí teníamos acceso limitado a algunos especialistas a tiempo parcial en esos primeros años.
El Dr. Barg recuerda que al trabajar en equipo y traer a algunos especialistas, “pudimos brindar un espectro bastante completo de atención desde nuestra pequeña clinica”. El personal médico se reunía semanalmente para analizar las necesidades de los pacientes y las mejores formas de cubrir las deficiencias en la atención que pudimos identificar. Esto no solo mejoró la calidad de la atención, sino que también fortaleció la reputación de MCC de brindar una atención excelente, oportuna e imparcial para todos los necesitados.
Frannie dijo: “Realmente teníamos una buena unidad de profesionales atentos y estoy orgullosa de eso”.
El Dr. Barg y Frannie recuerdan haber tratado a pacientes que normalmente no habrían recibido atención si nuestra pequeña clínica no existiera. Los pacientes que no podían pagar el seguro o no hablaban inglés se sentían cómodos y bienvenidos en MCC, por lo que confiaron en nosotros y buscaron nuestros servicios.
“Recuerdo a un joven que iba en bicicleta a la clínica. Era un hombre latino, un hombre joven, y recuerdo que en sus análisis revisamos los glóbulos rojos. Tenía aproximadamente la mitad de los que debería tener”, dijo Frannie sobre un paciente sin seguro. El personal de MCC le diagnosticó cisticercosis, una infección de los tejidos causada por larvas de tenia. Esta es una enfermedad muy poco común en los Estados Unidos, pero común en otras partes del mundo. Una tomografía computarizada mostró que la infección había causado quistes en su cerebro. El personal de MCC diagnosticó con precisión su enfermedad y lo trató, y pudo recuperarse por completo.
“Sin MCC, nunca habría recibido atención médica”, dice Frannie. Esta es solo una anécdota de muchas sobre pacientes que se beneficiaron de la presencia de MCC en la comunidad durante los últimos 30 años.
Fortalecer a los pacientes en su propia atención médica
En áreas rurales como la nuestra, las personas siempre han tenido que cuidar de sí mismas y de los demás. Desde nuestros primeros días, nuestro personal buscó formas de dar a los pacientes la capacidad de decidir sobre su propia salud. Una de las formas en que lo logramos fue brindando servicios de traducción para que los pacientes pudieran comunicarse de manera directa y efectiva. Encaramos la atención médica como una asociación, tratando a los pacientes en función de lo que tuviera más sentido para ellos en su vida en ese momento.
El Dr. Barg afirma esto al decir: “Al enseñarles a los pacientes a controlar su propia condición a diario, los pacientes estaban más capacitados y tenían mejores resultados. Siempre sentí que las cosas funcionaban mejor cuando se trabajaba en equipo. No necesitaba vigilar todo el tiempo a mis pacientes. Quería ser su aliado. Tenía cierta cantidad de conocimiento y estaba muy feliz de impartirlo”.
La educación en materia de atención médica sigue siendo una parte importante de nuestro trabajo en la clínica. Ya sea asesorando a los pacientes sobre adicción, diabetes, hipertensión, VIH, control de la natalidad, depresión o enfermedades dentales, nuestros proveedores están comprometidos a brindar la educación a los pacientes de una manera que pueda ser absorbida y que tenga un impacto positivo en el bienestar del paciente.
Como buenos viajeros, Frannie y el Dr. Barg vieron cómo otras comunidades integraban la atención holística, así como el impacto dañino de la atención inadecuada en una comunidad. Frannie señaló lo esencial que ha sido viajar para ampliar su visión del mundo y aprender más sobre los demás. “Vivimos en una zona rural remota”, dice. “Necesito viajar. Sin eso, creo que me podría tener conocimiento de otras situaciones”.
En El Salvador, el Dr. Barg pasó tiempo en lugares donde la gente no tenía acceso a la atención médica. “Vi el tipo de enfermedades sobre las que la mayoría de los médicos solo leen en los libros. Fue muy gratificante. Además, pude entender que hay una gran cantidad de enfermedades en el mundo subdesarrollado que nunca vemos”, dijo.
Después de largas y fructíferas carreras al cuidado de residentes costeros, tanto el Dr. Barg como Frannie están encantados de ver el crecimiento y la expansión que ha logrado MCC. Los primeros días quizá fueron difíciles, pero han dado sus frutos. “Tenemos la suerte de ver el desarrollo de la clínica. Más poder para el personal que ahora lleva esa antorcha”, dicen. Mientras tanto, Frannie y el Dr. Barg seguirán disfrutando de su jubilación.