Por Talitha Marty, MMSc, PA-C
Cuando se diagnosticó el COVID-19 por primera vez, sabíamos muy poco al respecto. Un año después, sabemos mucho más, pero quedan algunas preguntas, entre las cuales se encuentran por qué algunas personas tienen síntomas constantes mucho después de que la infección aguda ha terminado, incluso si la infección fue leve o no tuvo síntomas. El COVID agudo suele durar en un promedio de dos semanas, pero algunas personas presentan síntomas hasta por tres meses.
“COVID a largo plazo (en inglés, Long-COVID)” es el nombre que se le da al grupo de síntomas que ocurren por más de tres meses y parece afectar a personas de todas las edades, incluidos niños y personas previamente sanas de entre 20, 30 y 40 años. A fines de marzo, un estudio de la universidad UC Davis informó que los síntomas persistentes de COVID afectan a una de cada cuatro personas que contraen el virus, a pesar de la gravedad de su enfermedad aguda. Además, los investigadores descubrieron que aproximadamente un tercio de las personas que no necesitaban ser hospitalizadas con COVID aún desarrollaban algunos síntomas a largo plazo.
Inicialmente, los médicos no sabían cómo detectar un COVID prolongado porque no sabían qué buscar. Ahora, sabemos que los síntomas más comunes son fatiga y debilidad, seguidos de dificultad para respirar con un esfuerzo mínimo. Muchos pacientes también tienen tos, opresión en el pecho y síntomas neurológicos que se describen principalmente como “dificultades para pensar”. Lo que confunde a los médicos que evalúan a estos pacientes es que, en la mayoría de los casos, todas las pruebas de los pacientes resultan normales, incluidos análisis de sangre, radiografías, estudios cardíacos y pulmonares e imágenes cerebrales. Sin embargo, los pacientes tienen síntomas muy preocupantes.
Debido a que la comunidad médica comparte información con regularidad, los proveedores médicos comenzaron a reconocer patrones con bastante rapidez. Han visto a personas que tuvieron COVI, ahora tienen una variedad de síntomas que no son solo una continuación de los síntomas que tenían durante su enfermedad aguda. Los investigadores continúan buscando respuestas sobre por qué algunas personas están afectadas y otras no.
Lo que nos da un poco de esperanza es que la mayoría de las personas finalmente se recuperan, y el descanso adecuado parece ser la clave. En lugar de dejar atrás los síntomas y resistir, los pacientes que se recuperan más rápido tienden a ser los que escuchan a sus cuerpos, duermen cuando están cansados y se alimentan bien. Esto puede requerir tomarse un tiempo libre del trabajo o de la escuela.
Mi mensaje para aquellos de ustedes que experimenten estos síntomas es el siguiente: Busque atención médica. Ignorar sus síntomas no hará que desaparezcan. Algunos pacientes me han dicho que la fatiga es tan abrumadora que cuando regresan a casa de la tienda, por ejemplo, simplemente no tienen la energía para descargar sus compras. Algunos pacientes me dijeron que pensaban que estaban teniendo un ataque cardíaco. He tenido pacientes que describen sus dolores de cabeza como intolerables y que no los dejan hacer sus actividades. Cuando las personas lidian con este tipo de síntomas día tras día, pueden provocar ansiedad y depresión, lo que puede dificultar el sueño, y dormir es exactamente lo que necesitan para sanar. Si tiene problemas para dormir o experimenta síntomas de ansiedad o depresión, llame a su proveedor médico.
Finalmente, mi mensaje para todos es vacunarse lo más pronto posible, si aún no lo ha hecho. Las vacunas son seguras y efectivas, e incluso si usted está en un grupo de bajo riesgo de síntomas graves de COVID, puede estar en riesgo de tener un COVID prolongado. Y cuantos más vacunamos, más seguros estamos todos, incluidos los más vulnerables.