Por Ben Anderson
Cuando están bajo estrés, muchas personas reprimen sus emociones en lugar de dejarlas salir, ya sea que estén tristes, enojadas, temerosas, molestas, desesperadas o incluso sintiéndose felices o alegres. A veces, a las personas les preocupa que sus emociones fuertes las abrumen; otros tratan de mantener un modelo al que se sienten atados, como la idea de que los hombres no deben lloran o que no es apropiado que una dama muestre enojo. En realidad, todos somos humanos y si reprimimos nuestras emociones durante demasiado tiempo, puede llegar el momento en que “estemos a punto de explotar”. Puede sonar extraño, pero no existen sentimientos equivocados. Los sentimientos en sí mismos no son el problema, sino que es la forma en que los tratamos lo que puede ayudarnos a sentirnos mejor o peor. La mayoría de las personas se sienten mucho mejor cuando dejan salir un poco de su emoción. Se necesita una enorme cantidad de energía para mantener estas emociones reprimidas, lo que deja muy poca energía para otras actividades más agradables.
Obviamente, existen formas saludables y no saludables de liberar emociones. Atacar a los demás no es una buena idea, pero dejar espacio para soltarlo todo con un gran grito feo (ese es un término clínico) o desquitarse con un saco de boxeo puede ser realmente beneficioso. Otra excelente manera de dejar salir los sentimientos es a través de un diario. Simplemente comience a escribir y vea lo que se le sale de la cabeza. Puede quemarlo más tarde, pero no restrinjas tu efusión mientras estás en medio de ella.
A veces, las emociones no expresadas pueden secuestrar nuestras mentes racionales y tomar el control. Esto puede desequilibrar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Si te dan ganas de llorar o coraje por cosas pequeñas o insignificantes, esto es un indicador de que puedes estar desequilibrado. Si te encuentras culpando a los demás o a ti mismo por las cosas que te suceden, ese puede ser un mecanismo de defensa para no sentir tus emociones, otro indicador de que puede estar fuera de balance.
Por lo general, uno de los primeros pasos es sacar su emoción con algo que tenga a la mano: déjelo rómpalo, puede ser un papel o algo que no pueda dañarlo (de una manera segura y saludable). Entonces su cerebro racional tiene la oportunidad de volver a poner las cosas en perspectiva. Si tiene problemas porque se preocupa o se siente inquieto con frecuencia, puede ser útil realizar un ejercicio que lo obligue a concentrarse en las cosas que puede controlar, en lugar de las cosas que no puede. Puede ser útil hacer esto con un terapeuta, pero también lo puede hacer usted mismo o con un amigo o familiar de confianza. Haga un plan de acción sobre las cosas que puede controlar y no se preocupe por lo que no puede controlar.
A los niños les puede servir el hacer una caja de “preocupaciones o miedos”, al escribir las cosas que no pueden controlar y ponerlas en la caja para dejarlas ir. Con los adultos, varía. Algunos pueden apoyarse en su fe y entregar sus preocupaciones a un ser superior. Otros encuentran consuelo en la meditación. No existe un enfoque único para todos, pero existe un método para enfrentarlo de manera efectiva para cada persona.
Expresar nuestras emociones ayuda a restablecer el equilibrio con nuestras mentes racionales. Las emociones que se sintieron tan abrumadoras ya no nos dominan con tanta fuerza. Si nunca se permite liberar tus emociones, con el tiempo estas pueden desgastarte y llevarte a condiciones como depresión y ansiedad. Muchas personas piensan en la depresión como tristeza y, si bien la tristeza puede ser parte de ella, la depresión generalmente se presenta con una falta de interés o placer al hacer las cosas. Nos sentimos cansados y abrumados. De manera similar, si bien la preocupación puede ser un síntoma de ansiedad, muchas personas experimentan la ansiedad como sensaciones físicas incómodas en sus cuerpos que surgen de la nada. Conocer estos síntomas puede ayudarlo a darse cuenta de que usted o un ser querido puede estar sufriendo una enfermedad tratable.
Nuestro mundo es bastante estresante en este momento y si desea ayuda para encontrar algunos mecanismos de afrontamiento que sean adecuados para usted, considere hacer una cita con un terapeuta. Estamos aquí para ayudarlo.
Ben Anderson es el director de salud conductual en MCHC Health Centers, una organización basada en la comunidad y dirigida por pacientes que atiende a los condados de Mendocino y Lake, brindando servicios integrales de atención primaria de salud, así como servicios de apoyo como educación y traducción que promueven el acceso a la atención médica. Todos los centros de salud de MCHC aceptan Medi-Cal / Partnership HealthPlan of California, Medicare, Covered California y otros seguros. Obtenga más información en mchcinc.org.