Por Paul Hupp, PA
Traducción: Periódico Al Punto
Como padre de familia, he conocido el miedo. Cuando nació mi primera hija, pensé que era el ser humano más pequeño e indefenso que había visto en mi vida. Nació tres meses y medio antes de lo planeado y pesaba menos de dos libras. Cuando la abracé por primera vez, tenía miedo que la presión de mis manos en su cuerpo la aplastara. Sobre todo, no quería dañar su cuerpo vulnerable.
Ese mismo deseo de proteger a los hijos lo he visto cuando hablo con padres de familias que no creen en el beneficio de las vacunas. Aunque las personas que no creen en la importancia de las vacunas siguen siendo una minoría, el número de personas está aumentando. En el 2001, una encuesta de Gallup indicó que el 94 por ciento de los estadounidenses dijo que era muy importante vacunar a sus hijos. Para 2019, ese número se redujo al 84 por ciento. Los padres que no creen en la importancia de las vacunas, algunos de los cuales son amigos míos, tienen preocupaciones y algunos temores: ¿Mis hijos realmente necesitan todas estas vacunas? ¿Es seguro para sus cuerpos pequeños? ¿Mi hijo sufrirá lesiones graves o retrasos en el desarrollo?
Tener amigos escépticos me ha ayudado a comprender a estos padres preocupados, pero los datos científicos son claros: los beneficios de las vacunas superan en gran medida sus riesgos. Una vez escuché decir a un médico de la sala de urgencias que ya quería que su bebé cumpliera dos meses para que pudiera recibir sus primeras vacunas. Durante el brote de sarampión del año pasado en California, otro pediatra que conozco tenía mucho miedo de que su bebé estuviera expuesto al sarampión antes de que el bebé tuviera la edad suficiente para ser vacunado. ¿Por qué los médicos creen tan fuertemente en estas vacunas? Porque han visto la diferencia que las vacunas pueden hacer.
Antes de la vacuna contra el H. influenzae en 1991, la meningitis que es causada por H. influenzae afectaba a 12,000 niños cada año, de los cuales 1,000 murieron. Los sobrevivientes tenían una probabilidad del 15 al 30 por ciento de perder el oído, retraso mental, trastornos convulsivos, retrasos cognitivos o parálisis. Después de que se introdujo la vacuna Hib en el año 2000, la meningitis por Hib disminuyó en un 99 por ciento. Lo que solía ser una parte rutinaria de las prácticas pediátricas se desvaneció en los recovecos de sus recuerdos.
Los médicos saben que las vacunas tienen riesgos, pero creen que los riesgos son pequeños. Por poner un ejemplo, los cinturones de seguridad ofrecen una similitud ilustrativa. Si bien el uso de cinturones de seguridad puede causar daños, son la mejor manera de mantener seguras a las personas que van en los automóviles y evitar lesiones y la muerte en accidentes automovilísticos.
Del mismo modo, los beneficios de las vacunas son muy altos y los riesgos, muy bajos. Se han realizado muchas investigaciones y no ha encontrado ningún vínculo entre las vacunas y los retrasos en el desarrollo, incluido el autismo. Para los niños que, raramente que tienen una reacción alérgica extrema, generalmente se puede tratar con una inyección de Epipen.
Las controversias en torno a las vacunas parecen estar relacionadas con algo que Rand Corporation llama “decadencia de la verdad” (rand.org/research/projects/truth-decay.html). La decadencia de la verdad describe el creciente desacuerdo sobre los hechos y su interpretación, ya que las opiniones a menudo se presentan como hechos, lo que lleva a una línea dudosa entre la acción y la opinión. La disminución de la confianza en fuentes de información anteriormente respetadas, como el gobierno y los medios de comunicación, está llevando a las personas a confiar en sus propias experiencias sobre los hechos.
Cuando hablo con los padres sobre las vacunas para sus hijos, les digo de los hechos científicos y comparto mi opinión como proveedor médico y padre de familia. Les digo lo siguiente:
• Le he puesto a mis hijos todas las vacunas que recomiendo a los pacientes.
• No recomendaré vacunas en los casos en que no sea seguro. Algunos niños tienen condiciones que no les permiten recibir vacunas de manera segura. Confían en el resto de nosotros para ayudar a disminuir sus posibilidades de enfermarse.
• Algunas veces los efectos atribuidos a la vacuna no se deben a las vacunas. Los seres humanos quieren que el mundo tenga sentido, por lo que a veces conectamos eventos no relacionados.
• La controversia sobre las vacunas es el producto del éxito de la vacuna. En los Estados Unidos, hemos olvidado en gran medida los daños que causan estas enfermedades. Cada 20 segundos, un niño en el mundo muere a causa de una enfermedad que se puede prevenir por medio de una vacuna. En algunas partes del mundo, los padres caminan durante días enteros y esperan en largas filas para que sus hijos reciban las vacunas.
• Las vacunas se prueban rigurosamente y se encuentran entre los productos médicos más seguros que tenemos. Muy pocas cosas en la vida están libres de riesgos, pero las vacunas tienen muy poco riesgo.
Si esto le ha dado que pensar y tiene preguntas sobre las vacunas, haga una cita. Nunca es demasiado tarde para comenzar a vacunar a su hijo.
Paul Hupp es un asistente médico en los Centros de Salud de MCHC, un centro de salud local, sin fines de lucro, calificado federalmente que ofrece atención médica, dental y de salud conductual a personas en los condados de Lake y Mendocino.