Ahora que hemos sobrevivido al calor del verano, es hora de pensar en las enfermedades respiratorias que trae el otoño. Antes le llamábamos la temporada de influenza, y aunque todavía lo es, sabemos que muchos otros gérmenes causan síntomas de enfermedades respiratorias. La mayor parte son leves. Pero algunos pueden ser más graves y, para algunos, incluso pueden poner en riesgo la vida.
¿Qué está sucediendo?
Muchas personas han reportado un incremento de casos de COVID-19 en las últimas semanas. Últimamente, ha habido más hospitalizaciones relacionadas con COVID-19. El monitoreo de aguas residuales muestra un aumento en las detecciones de COVID-19 en todo el estado. Este incremento fue predicho y ahora es confirmado. Esta no es una emergencia, debido al aumento de la inmunidad por las vacunas e infecciones previas. Tenemos las herramientas para cuidarnos con vacunas y medicamentos. Todavía existe cierta incertidumbre sobre el futuro. Hay nuevas variantes en circulación. No hemos visto ningún incremento significativo de casos u hospitalizaciones en los EE. UU. o en las comunidades globales donde se detectaron estas variantes. Las vacunas y tratamientos monovalentes actuales y futuros deberían ser bastante eficaces.
¿Cómo nos preparamos?
La temporada de influenza generalmente comienza en octubre y el VRS alcanza su punto máximo en el otoño/invierno. El año pasado, vimos un incremento de COVID-19 al mismo tiempo que los aumentos estacionales de la influenza y el VRS, que amenazaron nuestro sistema de atención médica.
• La vacuna contra la influenza está disponible en las clínicas del Departamento de Salud Pública o en el consultorio de su proveedor de atención médica. Las vacunas contra COVID han sido actualizadas y deberían estar disponibles la próxima semana. Es recomendable para todas las personas mayores de seis meses. El VRS (Virus Respiratorio Sincitial) es otro virus respiratorio que es más grave entre la población de adultos mayores y bebés. El CDC ha aprobado y recomendado el nuevo VRS para aquellos mayores de 60 años. La FDA aprobó una vacuna para mujeres entre las semanas 32 y 36 de embarazo, que protege a los recién nacidos durante los primeros seis meses. Estos deberían estar disponibles en su farmacia.
• Aumente la ventilación permaneciendo afuera (a menos que haya mucho humo u otra contaminación). Cuando esté en interiores, mantenga las ventanas y puertas abiertas cuando pueda, o use un aire acondicionado, filtro o ventilador. Use una mascarilla (preferiblemente del tipo N95) en interiores si usted o alguien con quien vive o trabaja puede tener un sistema inmunológico comprometido. No es 100 por ciento efectivo, pero ayuda. Lávese las manos y los utensilios con agua y jabón para evitar la propagación de gérmenes.
• Si está enfermo, quédese en casa y hágase la prueba de COVID-19 lo antes posible. Se recomiendan pruebas sin receta médica. Si su prueba es negativa, pero tiene síntomas o fue un contacto cercano, vuelva a realizarse la prueba en 48 horas, para estar seguro. Use una mascarilla para proteger a los demás hasta que esté seguro o hasta que hayan pasado 10 días.
• Si una prueba de COVID-19 es positiva y está moderadamente enfermo, solicite a su proveedor un tratamiento eficaz para disminuir la duración, la gravedad, el contagio y el riesgo de COVID prolongado.
• Los dolores de oído o los dolores de cabeza sinusales que continúan o progresan pueden indicar una infección que podría mejorarse con un antibiótico. Los dolores se pueden tratar con paracetamol o antiinflamatorios. Manténgase hidratado. Beba líquidos claros si presenta náuseas, vómitos o diarrea.
• Llame a su proveedor de atención médica si sus síntomas son graves, empeoran o persisten durante más de siete días.